lunes, 15 de octubre de 2012

Podemos recuperar la función crítica de la universidad



Es interesante como el contexto y los condicionantes actúan sobre nuestro modo de percibir, prestar atención ocuparnos o preocuparnos de determinadas cuestiones. Por ejemplo, sabemos que las acciones curriculares, las decisiones sobre quė enseñamos y cómo enseñamos son dilemáticas. Y en esos dilemas se proyectan los determinantes curriculares tanto externos como internos.

Es una oportunidad interesante que en el ámbito del Master en Psicopedagogía y en de Docencia analizáramos  esos dilemas con respecto a nosotros mismos y seamos conscientes de los determinantes que subyacen.

Una cuestión interesante para reflexionar es en el cambio que he percibido en  el MADU en relación a otros cursos. En las primeras sesiones del MADU observé como,  en esta ocasión, se prestaba más atención al contexto ideológico, político y socioeconómico que en otras ediciones. Textos que antes despertaban cierta resistencia o se veían muy alejados de nuestra realidad  ahora entraban en la línea del debate. Por ejemplo entre las distintas perspectivas de las presiones de cambio sobre la enseñanza superior, antes se polarizaba  básicamente en dos cuestiones: las practicas docentes  y el alumnado. 

Sin duda, el  alumnado es una constante aunque no tanto por centrarse en la diversidad, en otros modos de relacionarse con el conocimiento o en las competencias desarrolladas, las nuevas mediaciones y otras necesidades, sino por la necesidad de  desplazar el centro del debate, o  de responsabilizar al estudiante, de individualizar  cualquier problema, de apelar al esfuerzo  personal pero sin hacer un  análisis más holístico y preguntarse por ejemplo en la relevancia, pertinencia y virtualidad de los contenidos de nuestros planes de estudio o nuestra propia asignatura o tal vez por los modos de hacer la propia transposición didáctica.

Sin embargo, entraron en el debate con mucho más presencia las cuestiones relacionadas con el contexto y las condiciones de la sociedad actual, que en raras ocasiones tenían una presencia central en los debates. Es cierto que en esta ocasión hay muchos determinantes externos y a lo mejor a lo largo del curso podamos ir más allá de la crisis actual para replantearnos  profundamente las funciones y finalidades de la educación superior, en el caso del MADU o de los otros niveles en el Máster en Psicopedagogía.

En las tendencias del  futuro de la educación superior Georges Siemens refuerza la necesidad de hacer una revisión profunda, un buen diagnóstico e indagar las propuestas innovadoras de un modo sistémico.  

http://www.elearnspace.org/blog/2012/06/16/the-future-of-higher-education-and-other-imponderables/


Tal vez  en estos momentos lo que más tendríamos que demandar es la la función “critica”  que Connell (1999) considera, además, como una obligación ética y contribuye evitar que sólo se oigan las voces de los más poderosos  o de algunos intereses determinados. Esta función crítica es irrenunciable. A lo mejor, nos hemos centrado en otras cuestiones (más administrativas, técnicas, burocráticas o dimensiones más superficiales) y hemos descuidado ser esa voz crítica que contribuya a repensar la educación superior. No es sencillo porque nos lleva a un cuestionamiento profundo, se tambalean muchos cimientos y tradiciones, usos y costumbres y  porque somos una parte principal en el debate.
Como se señala en el Libro Blanco sobre la Universidad en el Reino Unido (Higher Education: Students at the Heart  of the System, 2011), tal vez es momento de volver a colocar la buena enseñanza en el centro de la experiencia universitaria de cada estudiante. Por lo que tenemos un camino que recorrer para comprender qué entendemos por buena enseñanza en este contexto de cambios e incertidumbres y cómo ejercemos nuestra responsabilidad ética de ser una voz crítica en este sentido.